Fernando Novas es uno de los paleontólogos más destacados del país y posee una sostenida fama internacional, luego de revelar al mundo en 1996, con apenas 38 años, que había hallado en Neuquén el Unenlagia comahuensis, el eslabón perdido entre los dinosaurios y los pájaros. Desde entonces le han llovido ofertas para irse del país, pero decidió quedarse por convicción. Admite ser "muy familiero". No sólo sus afectos están allí tironeando de sus fibras más íntimas, aquí están sus tesoros, los dinosaurios. La Patagonia es una de las mecas de la paleontología mundial, y hay tanto por desenterrar que sería necesario trabajar intensamente durante varias décadas y, aun así, quedarían centurias por estudiar. Novas cuenta la aventura de su vida, sus hallazgos y el resultado de su más reciente campaña en Río Negro, donde encontraron un "dinosaurio que va a dar que hablar". Cuenta que cuando comenzó su carrera científica y llegó su primer hijo -hiperinflación mediante- se vio obligado a un buscar un trabajo extra y montó con su mujer una empresita de mantenimiento de parques y jardines, actividad que desarrollaba tres días a la semana. Luego de su descubrimiento en 1996, mejoraron sus ingresos como científico pero, poco después, éstos fueron carcomidos por la devaluación. En el 2002 "he vuelto a mis trabajos de jardinero", confiesa con una carcajada, durante un diálogo con "Río Negro" en su oficina, inundada de huesos y música clásica, en el Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia.
Fuente: Diario Río Negro.
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